PLANTAS ELÉCTRICAS
Beca Puenting Mustang Art Gallery
Una planta eléctrica es una máquina que
mueve, un generador de electricidad a través de un motor de combustión interna.
Son comúnmente utilizados cuando hay déficit en la generación de energía
eléctrica de algún lugar, o cuando son frecuentes los cortes en el
suministro eléctrico.
Se podría hablar de "steampunks" en nuestros
tiempos, donde predomina la tecnología, donde lo natural y lo
tecnológico generan múltiples experiencias que van marcando un
carácter general. Ayudándonos a prosperar y abusar de estas tecnologías para
llegar más lejos.
radical. (Del lat. radix, -īcis, raíz). (RAE)
De este modo, la artista pone su granito de arena en el restablecimiento del rol del “arte como naturaleza” en la construcción del nuevo espacio contemporáneo.
En esta colección se muestra una realidad a partir del uso excesivo de la tecnología y la explotación de la tierra, por medio de un sugestivo lenguaje plástico, entre cables, micro chips y pequeñas plantas de plástico.
“Llaves maestras”, latón, 7 x 4 cm. aprox. unid. 2012
MIRIAM MARTÍNEZ GUIRAO
Jardines micro-políticos y paisajes eléctricos
Tatiana Sentamans
A medio camino entre el jardín contemplativo y la jungla eléctrica
minimalista, plantas eléctricas es el nuevo universo poético
creado Miriam Martínez Guirao. En él, un conjunto de insólitas especies
botánicas producen un efecto sensorial donde la luz es materia prima y
resultado en un particular proceso de fotosíntesis, y donde otras familias
vegetales crecen espacialmente entre luces y sombras. La ingeniería
procedimental puesta en marcha a tal efecto, supone una búsqueda y
experimentación materiales en las que se combinan elementos tan dispares como
la porcelana, el latón, el plástico, la madera, circuitos eléctricos, cables, y
varios objetos. De este modo, la artista genera diálogos entre lo manufacturado
y lo artesanal; entre lo delicado y único, y lo seriado y sustituible.
Su continuo interés formal por los motivos y texturas vegetales, puede rastrearse
hasta trabajos anteriores como las series “Invasores-invadidos” (2005-2006),
“Plantas carnívoras” (2009) o “Sobre-sub_suelo” (2010). Además, el referente
temático de éstos traza un camino hacia el proyecto de investigación académico
“Jardines Efímeros” (2012), que cristaliza aquí en una nueva vuelta de tuerca
de los binomios naturaleza-artificio, perecedero-duradero. Su modelo de
producción personal es una especie de topiaria conceptual, que poda la idea de
experiencia componiendo un jardín cada vez. Y qué es un jardín sino una bisagra
entre naturaleza y cultura, donde la intervención humana determina y dispone
las especies, la forma y el lugar, y por lo tanto, ordena plásticamente el
espacio. Sin embargo, si elevamos la vista hacia el archivo online <jardines-efimeros.blogspot.com>,
debemos afirmar con rotundidad que Miriam reivindica la mirada, el jardín como object
trouvé micro-político, pues hay una búsqueda de lo silvestre y de lo
salvaje en lo urbano, como revolución y como signo de resistencia.
Lo que más me interesa en un paisaje es el alzado (Richard Serra).
Fondos neutros; el blanco pintado de la ausencia de pigmento como
traducción y síntesis de la saturación del color-luz; objetos superpuestos que
reivindican un enfoque macro de lo micro, y llevan el detalle a un primer y
único plano; pintura como escultura, como instalación; la serie “Cuadros
eléctricos” -uno de los principales componentes de la exposición- conceptualiza
la turbación sensorial de la pintura romanticista del XIX de Turner, y plantea
una emoción contenida, y una visión del paisaje concisa y definida, sin brumas
ni nieblas. A través de la seriación e instalación de módulos-piezas, la
artista propone una hipótesis conectiva, una ecuación que se desarrolla a lo
largo de la retícula ordenada de su peculiar panorama perspectivo:
[electricidad ≥ existencia vegetal]. Quizás además porque el
paisaje es una mirada proyectada desde una perspectiva de descubrimiento, es a
partir de pequeñas plantas silvestres encontradas en su entorno, como Miriam
genera nuevos especímenes de plástico a los que dota de raíces-cable y hojas-microchip,
para respectivamente, tomar y transformar materia y energía del entorno.
Pareciera entonces como si las plasticosas briznas fueran obra de la prótesis
alimentaria cibernética y no de la mano de la escultora, en lo que en
definitiva se propone como vida artificial.
Desde sus primeros trabajos, la artista muestra un claro interés por el
ciclo nacimiento-crecimiento-muerte. Especialmente en su proyecto expositivo
más reciente (“Raíces y puntas”, 2011), sugiere a través del cabello tejido,
diversas reflexiones acerca de la experiencia vivida y su devenir entrecruzado,
entretejido. Y la raíz ahí, y ahora en plantas eléctricas, es leitmotiv
central como sustento, como toma de tierra, y definitivamente, como
resistencia, registro, y sustrato fósil. La instalación central de la sala MAG
“Enraizada”, está compuesta por quince piezas de porcelana, iluminadas por
un sistema eléctrico led de luz blanca y verde, que penden/nacen del techo
de una maraña de lianas-cable. Cada una de las piezas, es un artefacto de
diseño industrial, que pervierte la idea funcional de bombilla en una retorcida
revisión de los preceptos Bauhaus, y a la vez entronca con las lámparas globo
que suben y bajan de Marianne Brandt (directora del taller de metal tras la
marcha de Moholy-Nagy), o con sus flexos como el Kandem. En “Enraizadas”, las
ampollas no son más un mero contenedor estanco o límite, sino finas crisálidas
cocidas de luz, donde los intersticios entre las superposiciones de hojas de
hiedra porcelánicas y translúcidas, generan una amalgama de claroscuros
contrastados y reflejos que nos llevan de regreso al paisaje romántico. La
idea de paisaje implica una contemplación, y por lo tanto una perspectiva, en
la que la distancia y el punto de vista son fundamentales. Aquí sin
embargo, y en contraposición a “Cuadros eléctricos”, o a “Sobrellaves”, hay una
exaltación en la escala instalativa, que empequeñece lo humano, y que provoca
ese éxtasis privado del estar-en.
Finalmente, tras un recorrido quasi baudelairiano de plantas
eléctricas, puede afirmarse que Miriam Martínez Guirao, a través de un
planteamiento conceptual y procedimentalmente complejo, pero formalmente
delicado y sutil, construye un jardín donde reivindica, desde lo cercano y
personal, una resistencia cultural de lo natural –valga la paradoja- ante el
exceso y el simulacro hi-tech del siglo XXI.
"Plantas Eléctricas" en Just Mad 4